Son todas las incidencias que puedan ocasionarte la destrucción, pérdida o alteración, ya sea accidental o ilícita, de datos personales que hayas podido transmitir, que estés conservando o que hayas tratado.
También se considera como tal, la existencia de algún tipo de comunicación o acceso no autorizado a dichos datos.
Ejemplos de estas situaciones pueden ser, el extravío de algún ordenador portátil de tu empresa o el tuyo propio; cuando alguien, incluso empleados sin permiso han accedido a alguna base de datos de tu empresa; el borrado sin intención de algún fichero o de algunos registros de datos personales.
La valoración del riesgo en la seguridad debes diferenciarla del análisis previo al tratamiento. En ese caso, se debe valorar hasta qué punto lo ocurrido, por el tipo de datos y el tipo de consecuencias que puede acarrear, supone o no un daño en los derechos y libertades de clientes o usuarios.
Debes considerar que ha existido un problema o violación de seguridad, cuando tengas certeza de que se ha producido y tienes conocimiento suficiente de su naturaleza y alcance.
Con la mera sospecha, no deberías indicar una comunicación o notificación, ya que no podrías acreditar con certeza que se han producido o se van a producir riesgos para los derechos y libertades de clientes y usuarios.